Vista desde la Cañaroda
El Pueblo
de Beninar
A primera vista,
desde lejos podíamos ver un pueblo blanco situado en la ladera de la montaña, de forma piramidal. En la parte superior teníamos el
barrio alto, y su calle principal la calle Real que era la más larga, empezaba
en la Ramblilla y llegaba hasta el cortijillo de Miguel y Amparo, En la base
tenemos la calle de la Plaza y parte del
barrio Hondillo, en el lado
derecho tenemos la calle de los Naranjos
o calle de la Era. En los extrarradios
había grupos de viviendas o barriadas
que configuraban el conjunto de él. Desde la carretera, que con la acequia de la Vega hacia que todo
el contorno externo del pueblo estuviera verde por sus arbolado en sus bancales daban un toque especial de color
blanco de las casas y verde de su
exterior.
Las
viviendas estaban construidas en sus cimientos con cal y arena y el
resto a base de yeso y piedras los
techos con vigas de madera y cañas y
encima se le cubría con una capa de yeso, los tejados eran terrazas
cubiertas igual que los techos, pero se
cambiaba el yeso por la launa, tierra impermeable.
Exteriormente las casas se blanqueaban año tras año antes de las fiestas de San
Roque con cal viva dicha cal no se le
daba color para que el blanco las protegiera del calor del verano, el interior
se blanqueaba con cal pero se le daba color con azulete, que daba una tonalidad
muy agradable. Las calles se mantenían muy limpias ya que cada vecina limpiaba
diariamente su trozo de calle.
Había lugares de más importancia como la
Plaza, donde tenía lugar la celebración de
las fiestas que había a lo largo delo año,
en su contorno estaba situado el
Ayuntamiento, la escuela en los años 50, las escalerillas que se ascendía a la
Iglesia alrededor de la Iglesia estaba el Reduto, y su lado izquierdo daba al
barrio Hondillo, y en este lado estaba la puerta del Sol de la Iglesia, lugar
muy conocido por la trascendencia del juego de las Caras que se hacía en Semana
Santa, en esta época estaba prohibido el juego y en este caso como tradición se
toleraba . Había otros lugares como la place
tilla, las cuatro esquinas, que servían de referencia para jóvenes y mayores.
Este es nuestro pueblo
que tanto recuerdos vienen a mi mente de esos maravillosos 18 años que viví en
el.
José Molina.